En verdad tengo que confesar que había estado muy [pero cuando digo muy es MUY en serio] triste de mi partida. De tener que volver a la misma cotidianidad que había dejado abandonada hace un año. Y es porque para la mayoría de los que viene a vivir una temporada en Buenos Aires, esta contradictoria ciudad les abre sus puertas cual familia colombiana, como donde comen 2 comen 3. Es muy lindo ver que aquí uno se arma una familia, pero también aprende lo que es ser responsable de sí mismo, que bueno hay que reconocer que en Bogotá es mucho después que aquí.
De paso aprende a todas esas labores cotidianas que pensaba que no eran nada, cosas que en la casa siempre están como el desayuno [ya no quiero volver a desayunar leche con cereal al menos en unos 4 meses], el almuerzo o la ropa limpia; la escala del aseo cambia radicalmente, por ejemplo unas sábanas que nunca pasaban de una semana, en invierno alcanzan a durar un mes; o la cantidad de comida [te quedas prenguntando si la esbeltez de las argentinas, tan lindas todas, no será causa de la poca comida ¿?] que ahora estarían sorprendidos con todo lo que yo comía antes, siempre repetía almuerzo y ahora, bueno ya verán.
Y uno cambia, no pretenderán que uno llegue igual. Antes de venir quería hacer [con un par de personas también] una GUIA DE PERSONA para saber como era yo antes del viaje y contrastarlo con lo que soy ahora, si volvía igual nada importante hubiera pasado. Pero para muchos los cambios ya son evidentes, por ejemplo de esa persona que no encontraba nada bueno en su país, ahora lo ve maravilloso y lleno de oportunidades y lleno de trabajo porque las cosas no están de la mejor manera, o el aprecio por ejemplo de personajes como Shakira [si ya sé Migue' y Pino que están embriagados de risa] que bueno muestran algo que no podemos negar que es colombiano y aparte es otra cara que, me perdonarán, pero prefiero mil veces que me hablen de Juanes o de Andreita Echeverri hasta de Juan Pablo Montoya que de las FARC [ni hablar del control que tiene por estos tiempos sobre los medios de comunicación] o de Pablo Escobar [tan famoso en esta tierra]. Y porque un 25 de diciembre escuchar a Carlos Vives en la casa de una familia argentina [muchísimas gracias MariAle] a uno le pasa algo por el corazón. Y sí, soy el mismo andresserrano que todos conocen y soy el que escribe esto y para comprenderme tendrían que haber estado aquí.
Una gran sensación de dejar parte de mi corazón aquí. Porque de las cosas más lindas que viví se quedan es este país austral, porque los amigos se cuentan con los dedos de una mano [cosa extraña que a mi ni me alcanzan las dos manos, muy afortunado que seré] y aquí dejo al menos 3 ¿4?. Porque aparte toda la ficción que Sábato [será con tilde o no ¿quién lo sabrá?] Borges o Cortázar me dejaron en sus libros, aquí la hice vida; porque las canciones de Fito o Charly tuvieron este escenario, porque esa chiquilla que nos vio crecer, sí esa, la que jugaba con el globo terráqueo [Mafalda] vivía en el tradicional barrio San Telmo; porque el Boca es de La Boca, de esa boca que no es de mujer sino de río con un meandro donde los colombianos también han tenido un segundo hogar. Porque aparte de todo siempre quedan las puertas abiertas donde quiera que mire, desde xpl o Vaca, hasta el departamento en caballito donde al fin no alcancé a matear. Porque el invierno es sinónimo de Michel Gondry y el otoño de The Killers. Porque dormir al lado del calor de ella es una experiencia simplemente irrepetible. Porque este nudo en mi espalda que siempre recuerdo al levantarme [porque los colchones son precarios en general] me hace sentir vivo. Porque se supone que uno crece así uno se comporte como un adolescente en ratos. Porque las carcajadas acallaron los llantos. Porque... hay que volver.
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