Es un ejemplo de uno de esos tipos de personas, de esas características que los unen o los repelen, tan básico magnético, como las leyes que rigen los imanes.
Se levanta, despierta, sale del recinto, algo así como salir de cine, de ver una película de Tim Burton un poco después de la media noche. Un filme que fusiona el horror con ironía, una forma de presentar lo que percibe del mundo: "Beetlejuice: el superfantasma". De repente se encuentra caminando por callesitas cercanas a Figueroa Alcorta, a esa parte tan parecida a Bogotá, pero a 6000 km de distancia. Y huye.
Escapa de la misma gente. Se refugia entre árboles, tan grandes y majestuosos, entre maleza, entre un mundo que no lo mire a los ojos. Es que al salir con toda esa pesadez, con todo ese malestar que carga su mirada, hace parte de lo derrotado, de lo más básico de la generación de la fama. Aunque estar en medio de esta generación y la precedente [poder], lo hace sentir un híbrido de fama-poder-anonimato-y-náusea.
La palabra para definir ese instante de la memoria:
"escapista"
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